Gassed es una gran obra de temática bélica, que fue comisionado a John Singer Sargent en el año 1918 por el gobierno británico para honrar a los militares que lucharon en la Primera Guerra Mundial. La “Gran Guerra” (28 de julio de 1914 – 11 de noviembre de 1918) fue el conflicto más horrible conocido hasta la fecha por la humanidad; causó en el mundo casi diecisiete millones de muertos y una veintena de millones de mutilados e inválidos entre militares y civiles. A Sargent se le solicitó una gran pintura “épica” que debía haber ocupado la posición principal de una Hall of Remembrance (Sala de la Memoria) proyectada. El pintor entregó Gassed, que en el año 1919 fue elegido pintura del año por la Royal Academy of Arts de Londres. Representa un batallón de soldados británicos que ha sido atacado con iperita o gas mostaza, una de las armas más mortales usada en la Primera Guerra Mundial. La exposición a la iperita causaba una ceguera momentánea; una alta concentración del gas provocaba la muerte en pocos minutos; dosis más bajas causaban heridas y lesiones de difícil curación.
Al fondo del cuadro se ve claramente una partida de fútbol. ¿Por qué Sargent introdujo este deporte en un cuadro que debía celebrar el compromiso militar de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial?
“The Greater Game”: guerra y football en Gran Bretaña
Cuando Gran Bretaña entró en guerra el 3 de agosto de 1914, no conocía todavía el alistamiento obligatorio; por lo tanto, el gobierno organizó un nuevo ejército de voluntarios para reforzar su ejército regular, que entonces era muy inferior a aquél de la enemiga Alemania. Por lo tanto el Imperio Británico inició una intensa campaña de reclutamiento.

Alfred Leete, Your Country Needs You, 1914. Cartel de reclutamiento británico de la Primera Guerra Mundial
Se esperaba que todos los atletas se alistaran no solo porque eran jóvenes y fuertes, sino también porque el deporte, y en especial el football, era considerado una metáfora de la guerra: no es de extrañar que los medios de comunicación utilizaran un lenguaje deportivo cuando hablaban del conflicto, al que llamaban “The Greater Game”, es decir “El partido más grande”. Entre los más entusiastas por alistarse se encontraban los jugadores de rugby amateur de la Rugby Football Union, que fue la primera federación deportiva en suspender su actividad durante la vigencia del conflicto. Bien diverso fue el comportamiento de los jugadores de fútbol profesional de la Football Association, que permanecieron aparentemente indiferentes a la llamada a las armas; en realidad, no tenían mucha libertad de elección ya que estaban vinculados a un contrato que les obligaba a hacer aquello que el club les dictaba. Y los clubes querían que continuaran a jugar ya que hubiesen perdido dinero si las competiciones futbolísticas hubiesen sido interrumpidas; por este motivo la Football Association (FA) no suspendió la Football League y la FA Cup durante la estación 1914-1915: por otra parte, todos en Gran Bretaña estaban convencidos que la guerra terminaría en pocos meses con una victoria. Sin embargo las cosas no salieron como se esperaban; cada día morían en el frente centenares de militares y pronto se inició a acusar a los jugadores profesionales de cobardía. La Football Association se dio cuenta del error y, al final de la temporada 1914-1915, interrumpió las competiciones futbolísticas: finalmente también los jugadores de fútbol profesional pudieron alistarse y, así, quitarse de encima la etiqueta de cobardes.
La Primera Guerra Mundial fue sobre todo una guerra de posiciones que se combatía en las trincheras, donde los soldados pasaban gran parte de su tiempo con ratas, pulgas y piojos. Los militares estaban con frecuencia inmersos en el fango y, si sacaban la cabeza fuera de las zanjas, se convertían en presa fácil para los francotiradores. En estas terribles condiciones debían resistir los ataques con gas o los bombardeos enemigos. Sin embargo, el peor momento llegaba cuando un general ordenaba un asalto; en este caso los soldados salían de las trincheras para lanzarse contra los enemigos y se exponían al fuego de las metralletas.

John Nash, ‘Over The Top’. 1st Artists’ Rifles at Marcoing, 30th December 1917, 1918. Londres, Imperial War Museum © IWM (Art.IWM ART 1656)
Los que atacaban, sabían que casi con toda seguridad morirían: por ejemplo, solo en el primer día de la Batalla del Somme, el 1 de julio de 1916, fueron asesinados 19.240 militares británicos y 37.000 fueron heridos o mutilados. En esa fecha, el capitán Wilfred “Billie” Nevill decidió utilizar dos balones de fútbol para motivar a su compañía – la B del Regimiento del East Surrey – en el asalto a la trinchera alemana.

Richard Caton Woodville, The Surreys Play the Game. Del The Illustrated London News del 27 de julio de 1916
Nevill y los suyos fueron al ataque disparando y pasándose los balones como en una partida de fútbol; lograron “hacer gol” – es decir, conquistar la línea alemana – pero a cambio de un altísimo precio: el capitán y muchos otros murieron. Nevill y los suyos se convirtieron en héroes nacionales y revalorizaron la imagen del fútbol, que había sido manchada en el primer año del conflicto, como hemos visto: su acción fue un ejemplo de la estrecha relación entre football y guerra, típica de la sociedad británica de la época.
Sargent y su pintura
John Singer Sargent (Florencia, 12 de enero de 1856 – Londres, 14 de abril de 1925) era hijo de padres estadounidenses que residían en París y viajaban frecuentemente por Europa. De ellos el pintor heredó una pasión por los viajes que le llevó a conocer bien varios países de Europa y los Estados Unidos de América. Además del inglés, Sargent hablaba francés, italiano y alemán; era un artista cosmopolita que amaba definirse como “un americano nacido en Italia y educado en Francia, que habla inglés, parece un alemán y pinta como un español”.
Sargent se formó en París con el retratista Carolus-Duran y entró en contacto con los impresionistas; en algunos de sus cuadros se nota la influencia de Manet y Degas. Sin embargo, Sargent estudió sobre todo a los grandes del pasado: del arte clásico a los maestros del Renacimiento italiano, desde los pintores del Seiscientos holandés (Hals y Van Dyck) a Diego Velázquez, por el cual tuvo una gran admiración. A partir de 1884 hizo de Londres su residencia principal y en el año 1897 se convirtió en miembro de la Royal Academy of Arts. Sargent permaneció extraño a todos los movimientos de vanguardia y, quizás por esto, obtuvo un gran éxito en Europa y los Estados Unidos. Fue muy apreciado como retratista por exponentes de la alta sociedad; entre los personajes ilustres que retrató, cabe destacar los presidentes estadounidenses Theodore Roosevel (1903) y Woodrow Wilson (1917).

A la izquierda: John Singer Sargent, President Theodore Roosevelt, 1903, Washington, The White House. A la derecha: John Singer Sargent, President Woodrow Wilson, 1917. Dublín, National Gallery of Ireland
Sin embargo, su producción no se limitaba al género del retrato como demuestra la serie del Triunfo de la Religión en la Boston Public Library (1890-1919), uno de los más grandes e importantes ciclos pictóricos murales de los Estados Unidos de América.
Básicamente, Sargent era el más exitoso pintor anglosajón cuando en el año 1918 el gobierno británico se dirigió a él para encargarle un lienzo épico y coral de tema bélico. Entonces el artista visitó las zonas de guerra – fue a Arras y a Ypres – y observó atentamente la vida de los militares para obtener inspiración. Se impresionó por las visiones de un campo lleno de soldados ingleses que habían sufrido un ataque con gas mostaza y decidió convertirlo en el tema de su cuadro.
Gassed representa a un grupo de soldados, cegados por la iperita, que se dirigen a un hospital de campaña ayudados por un médico; a la derecha otra fila de militares privados de vista hacen los mismo; tendidos en el suelo hay innumerables compañeros moribundos. La escena se desarrolla al atardecer; abajo a la derecha aparece la luna. El impacto emotivo de la pintura está acentuado por sus grandes dimensiones y por el punto de observación rebajado que da a la fila de militares la solemnidad de una procesión religiosa. La luz dorada del atardecer crea una atmósfera heroica y sugiere un paralelismo con el probable atardecer de la vida de los soldados gravemente heridos. El dramatismo del momento está mitigado por la partida de fútbol al fondo; como se puede ver, se trata de un partido en plena regla con equipos dotados con todo lo necesario: camisetas, pantalones y calcetines. Este detalle merece algunas consideraciones.
La vida de los soldados en las trincheras era extremadamente dura: por dicho motivo, tras un periodo de tiempo en combate, eran enviados a la retaguardia para recuperar las fuerzas. Lejos del frente, una de las actividades recomendadas por los capitanes militares era el deporte. Tenía dos funciones: 1) mantener a los soldados físicamente entrenados, 2) levantar su moral y hacerles olvidar, en la medida de lo posible, los horrores vistos en las trincheras. El deporte más fácil de organizar era sin lugar a dudas el fútbol. Las fuentes nos informan que cada batallón tenía un equipo de fútbol y que hubo torneos donde los oficiales del ejército entregaban una copa a los vencedores. El amor de los militares británicos por el fútbol los llevó también a jugar en condiciones muy difíciles como demuestran las fotos de soldados que juegan con máscaras antigás.
Sargent pintó esta relación entre football y guerra – The Greater Game – en Gassed. El cuadro homenajeaba a los militares británicos e, indirectamente, también al fútbol; y lo hizo de manera oficial, ya que fue un encargo del gobierno británico. Para finalizar, se puede decir que Sargent contribuyó a revalorizar el fútbol, que había atraído muchas antipatías debido a la decisión de la Football Association de no interrumpir los torneos oficiales durante el primer año de guerra.
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