
Robert Delaunay, L’Équipe de Cardiff (El equipo de Cardiff), 1913. Óleo sobre lienzo, 326 x 208 cm. París, Musée d’Art moderne de la Ville de Paris
L’Équipe de Cardiff de Robert Delaunay es la obra de arte más importante dedicada al rugby, deporte que en el cuadro se transforma en una metáfora de la vida moderna, su vitalidad y su espíritu de conquista. El lenguaje es deliberadamente simple, basado en formas fácilmente reconocibles, ya que la pintura está dirigida no sólo a los apasionados del arte sino también a los deportistas.
Colores y simultaneidad: la pintura de Robert Delaunay
Alrededor de 1910, Robert Delaunay (París, 12 de abril de 1885 – Montpellier, 25 de octubre de 1941) estuvo influenciado, al igual que otros jóvenes artistas, por las descomposiciones formales de Braque y Picasso. Sin embargo nunca se reconoció en el movimiento cubista; de hecho, le encantaba definirse como “hereje del cubismo”. Ya en sus obras más cubistas, inició una búsqueda personal sobre luces y colores como puede verse en La ville de 1911.
Este cuadro es un paisaje urbano que tiene la particularidad de ser observado a través del cristal de una ventana: los volúmenes de los edificios están desmontados y recompuestos según la manera cubista, pero son como filtrados por una retícula de formas y manchas de colores, que sugiere el centelleo y los efectos de luz del cristal. En la parte superior se puede reconocer la Torre Eiffel, el tema preferido de Delaunay. Igual que su amigo Henri Rousseau, Delaunay estuvo fascinado por dicha monumental construcción que, debido a sus formas imponentes y ligeras al mismo tiempo, fue considerada el símbolo del mundo moderno, el emblema de una nueva edad dominada por la ingeniería y la ciencia. La Torre Eiffel fue pintada tantas veces por Delaunay, que se convirtió casi en un símbolo de su arte. En otro cuadro “cubista” como Tour Eiffel del año 1911, el edificio domina la escena; sus formas y las del paisaje que lo rodea están descompuestas en fragmentos correspondientes a diversos puntos de vista y momentos diferentes.
Los colores se convierten en protagonistas absolutos en La Ville de Paris, el gran cuadro que Delaunay presentó en el Salon des indépendants de París de 1912. Al igual que otros artistas franceses, Delaunay no permaneció indiferente a las provocaciones de los futuristas (Boccioni, Carrà, Russolo, Balla y Severini), que en febrero de 1912 expusieron sus obras en la galería Bernheim-Jeune de París. En el catálogo de la exposición, Boccioni y compañía se posicionaron de manera audaz a la cabeza de la pintura europea. Los futuristas abogaban por un arte basado en la sensación dinámica, en la simultaneidad de percepciones y recuerdos y en los colores brillantes. Además, declaraban rechazar todas las tradiciones: para ellos, el nuevo arte debía celebrar la vida moderna y sus conquistas. Como reacción a los futuristas, Delaunay pintó La ville de Paris.

Robert Delaunay, La Ville de Paris (La Ciudad de París), 1912. París, Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris
El cuadro une tres visiones simultáneas: a la derecha un paisaje con la Torre Eiffel, a la izquierda una referencia del autorretrato Moi même del Aduanero Rousseau (que ya hemos visto en un post anterior), en el centro Las Tres Gracias inspiradas en un fresco descubierto en Pompeya.

A la izquierda: Henri Rousseau, Moi même (Yo mismo), 1890 (detalle). Praga, Národní galerie v Praze. A la derecha: Robert Delaunay, La Ville de Paris (La Ciudad de París), 1912 (detalle). París, Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris
Básicamente, Delaunay hizo un homenaje a la glorificada modernidad de los futuristas (representada por la Torre Eiffel) sin rechazar la tradición reciente (la pintura de Rousseau) ni tampoco la antigua (las Tres Gracias). En el plano estilístico, el cuadro está construido a base de manchas de colores vivaces (como las obras del futurista Severini) que aportan dinamismo a la descomposición formal cubista.

Gino Severini, La Modiste, 1910-11. Filadelfia, Museum of Art. Foto: Wikipedia
Con la serie de cuadros conocida como Fenêtres (Ventanas), Delaunay prosiguió con la búsqueda que hemos visto en el cuadro La ville, alejándose cada vez más de las imitaciones de la realidad: descompuso los reflejos de luz sobre las ventanas en un caleidoscopio de colores.

Robert Delaunay, Les Fenêtres simultanées sur la ville (Las ventanas simultaneas sobre la ciudad), 1912. Hamburgo, Kunsthalle
A pesar de que son reconocibles algunos detalles del paisaje urbano – como la Torre Eiffel – en estos cuadros Delaunay llegó a una “pintura pura” basada en las luces y en el ritmo generado por los contrastes simultáneos de los colores. Creó, básicamente, obras que se acercaban a la abstracción de Kandinski, pintor que Delaunay conocía bien. Sin embargo, mientras para Kandinski los colores asumían un significado psicológico, casi místico, para Delaunay eran el medio para exprimir el movimiento vital del mundo.
El cuadro deja de ser un simulacro de los colores de la naturaleza, convirtiéndose en “el color” que se modula cambiando sus proporciones que implican el movimiento (Robert Delaunay).
Un cartel de la modernidad: l’Équipe de Cardiff
En la Francia de inicios de los años Diez, diversos intelectuales hablaron de deporte y lo asociaron al concepto de energía vital. En 1912, el filósofo Henri Bergson afirmó que el interés por el deporte era una prueba de la voluntad creadora de los jóvenes. En un artículo publicado el 19 de enero de 1913, el escritor y crítico de arte Gabriel Mourey se ocupó de los gustos artísticos de los deportistas; evidenció su amor por las manchas de colores vivaces (que consideraban manifestaciones directas del instinto) y por sus contrastes violentos. Tal y como hemos visto, los cuadros de la serie Fenêtres se basaban en contrastes simultáneos de colores; sin embargo, su carácter abstracto los convertía demasiado “intelectuales” y difíciles de entender por el gran público. Por lo tanto, Delaunay quiso crear una obra que pudiese unir la búsqueda cromática de las Fenêtres a un tema popular como el rugby, el deporte preferido por los jóvenes y por los intelectuales franceses: básicamente, quiso pintar un cuadro que fuese comprensible no solo por los entendidos de arte, sino también por los deportistas. Inició así a trabajar en L’Équipe de Cardiff. De este cuadro existen tres versiones: en Múnich, Eindhoven y París. La de la capital francesa es la versión definitiva, que Delaunay expuso en el Salon des indépendants en abril de 1913.

Robert Delaunay, L’Équipe de Cardiff (El equipo de Cardiff), 1913. Múnich, Bayerische Staatsgemäldesammlungen

Robert Delaunay, L’Équipe de Cardiff (El Equipo de Cardiff), 1913. Eindhoven, Stedelijk Van Abbemuseum

Robert Delaunay, L’Équipe de Cardiff (El Equipo de Cardiff), 1913. París, Musée d’Art moderne de la Ville de Paris
La tela está construida a partir de manchas de colores vivaces en contraposición; su percepción simultánea genera una sensación dinámica que quiere evocar la energía de un partido de rugby. Delaunay transforma dicho deporte en una metáfora de la vida moderna con sus ritmos frenéticos: veamos cómo. En una gran ciudad como París se podían encontrar múltiples estímulos visuales: carteles publicitarios, postales, revistas ilustradas, etc. Delaunay tomó algunos de éstos y los introdujo en L’Équipe de Cardiff. En la mitad inferior representó una acción de rugby copiada de una foto de la revista deportiva Vie au grand air del 18 de enero de 1913.

Foto Touche aux Toulousains de Vie au grand air del 18 de enero de 1913 (Delaunay ha tomado la parte derecha de esta foto en L’Équipe de Cardiff).
Se trata de una imagen del encuentro disputado en París entre el Sporting Club Universitaire de France y el Stade Toulousain, equipo campeón de Francia en aquél entonces. En cambio, la zona superior del cuadro está inspirada en una postal de 1909 donde se ven un avión, la Torre Eiffel y la Grande Roue.
La Grande Roue era por aquella época la noria panorámica más grande del mundo y estaba considerada un prodigio de la ingeniería moderna como la Torre Eiffel: se trata de otro tema recurrente en la obra de Delaunay como puede verse en Les trois fenêtres, la Tour et la Roue de 1912.

Robert Delaunay, Les trois fenêtres, la Tour et la Roue (Las tres ventanas, la Torre y la Noria), 1912. Neuva York, Museum of Modern Art
En L’Équipe de Cardiff, Delaunay pintó solo un fragmento de la Grande Roue; transformó la noria en un arco que extiende el salto del jugador que aferra el balón: es como si lo conectara con el cielo, donde vuela un avión. Este último es un biplano de los hermanos Gabriel y Charles Voisin, que en el año 1906 fundaron en las cercanías de París la sociedad Appareils d’aviation Les Frères Voisin, la primera fábrica europea de aviones comerciales. El modelo representado en el cuadro obtuvo un gran éxito entre los pioneros de la aviación europea en los años 1908 y 1909.

El biplano Voisin Bird of Passage pertenecido al pionero inglés de la aviación John Moore-Brabazon, 1909
En las cercanías de París tenía también su sede la Société Astra des Constructions Aéronautiques, de la que Delaunay reprodujo el cartel publicitario bajo el biplano Voisin. Estas dos sociedades colocaron a París a la vanguardia de la ingeniería aeronáutica en Europa; así como la Torre Eiffel y la Grande Roue la transformaron en un punto de referencia de la moderna ingeniería civil.
A la derecha, justo bajo la figura de la Torre Eiffel, Delaunay introdujo su proprio nombre en un cartel publicitario, donde se lee New York, París y la B de Berlín: éstas eran tres de las ciudades donde había expuesto sus cuadros.
Delaunay unió libremente dichos estímulos visivos para generar en el espectador una sensación dinámica. Los fragmentos de realidad y las palabras interrumpidas – como AL en el margen izquierdo y la B en el derecho – quieren sugerir el ritmo frenético de la vida moderna: en las grandes ciudades todo se mueve rápido, incluso el espectador.
L’Équipe de Cardiff se puede considerar un cartel de la modernidad en París, ciudad que estaba a la vanguardia en el arte y en la ingeniería aeronáutica y civil y que también era sede de importantes manifestaciones deportivas. Es una celebración del culto de la acción, de la superación de uno mismo: el símbolo de este concepto es el salto del jugador de rugby hacia el cielo para agarrar el balón. Delaunay quiso introducir su propio nombre en este cartel presentándose, así, como el pintor de la modernidad y de su impulso vital.
En este punto nos podemos formular dos preguntas: ¿por qué Delaunay escribió en la base del cuadro el título L’Équipe de Cardiff? ¿Por qué una obra que celebra la vida moderna en París está dedicada a un equipo del Reino Unido, de Gales para ser preciso? Los historiadores del arte no han sabido dar respuesta a dichas preguntas. A continuación propongo una hipótesis.
El Cardiff Rugby Football Club
Para comprender la razón del título del cuadro no es necesario ser expertos de rugby, basta con tener los conocimientos que tenía Delaunay. Este último sabía bien que el Cardiff Rugby Football Club era el club más famoso de Rugby football de la época. Fundado en Cardiff en el año 1876, experimentó un período de oro en la segunda mitad de la primera década del Novecientos, cuando durante dos temporadas consecutivas (la 1905-06 y la 1906-07) fue el mejor equipo galés.
Sus jugadores dieron una importante contribución a los éxitos del Gales que, entre los años 1905 y 1911, ganó cinco veces el torneo internacional de rugby más antiguo y prestigioso del mundo. Este último se llamaba Home Nations Championship y se jugó anualmente desde el año 1883 por las selecciones de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales; fue renombrado Five Nations Championship en 1910, cuando acogió también a Francia.
Sin embargo, las hazañas más famosas del Cardiff RFC fueron los enfrentamientos contra las fuertes selecciones del hemisferio austral. Jugaron el primer partido contra los neozelandeses The Original All Blacks, que durante su tour por Europa y América del Norte de 1905-1906 disputaron 35 encuentros ganando 34, a menudo con puntuaciones altísimas. El Cardiff RFC jugó contra los neozelandeses en el Arms Park de Cardiff el 26 de diciembre de 1905 y perdió 10 a 8 después de haber dado la impresión de poder vencer. Algunos jugadores del Cardiff habían derrotado a los All Blacks diez días antes jugando con la camiseta del Gales, que fue el único equipo capaz de ganarlos.

El Galles que ganó 3 a 0 contra los neozelandeses The Original All Blacks el 16 de diciembre de 1905
En la temporada 1906-1907 llegó a Gran Bretaña otra gran selección nacional de rugby: Sudáfrica. Jugó 29 encuentros venciendo 26. Solo mostró oposición Inglaterra, que empató 3 a 3, y Escocia, que ganó 6 a 0. El único club que derrotó a los sudafricanos fue el Cardiff RFC, que el 1 de enero de 1907 en el Arms Park se impuso con un contundente 17 a 0.

Imágen del partido ganado 17 a 0 por el Cardiff RFC contra Sudáfrica el 17 de enero de 1907. Fuente: World Rugby Museum
Siempre en el Arms Park, el 28 de diciembre de 1908, el Cardiff RFC superó por 24 a 8 a Australia. Fue la derrota más abultada del tour británico y norteamericano de la temporada 1908-1909 de los australianos, que ganaron 25 encuentros de 31.
Los mejores clubes franceses, el Stade Bordelais de Burdeos y el Stade Français de París, iniciaron a retar a los campeones del Cardiff RFC para mejorar su propio nivel técnico. El Stade Bordelais fue derrotado en Burdeos por los galeses el 20 de febrero de 1909 por 21 a 5. En cambio, el Stade Français desafió más veces al Cardiff RFC durante dichos años. El primer encuentro se disputó el 3 de abril de 1905 en el Arms Park de Cardiff y fue ganado por los galeses por 44 a 8. Los otros dos encuentros fueron jugados en París el 2 de noviembre de 1908 y el 20 de febrero de 1912 y terminaron ambos con victoria del Cardiff RFC (por 11 a 8 y por 19 a 3). El club galés también fue a París el 27 de febrero de 1906 para jugar contra una selección de equipos locales, a la que ganó por 27 a 5. Por lo tanto, puede decirse que el Cardiff RFC tuvo una relación especial con la capital francesa, una relación que se hizo todavía más estrecha en 1911, cuando el atacante George Yewlett dejó el club galés para trasladarse al Stade Français y convertirse en su nuevo entrenador. El interés de los deportistas parisinos por el Cardiff RFC era constante, como demuestra el artículo La partie de Cardiff publicado el 8 de enero de 1913 por la revista L’Écho des sports. Delaunay conocía bien dichos datos. Se puede llegar a pensar que haya querido dar a su cuadro el título l’Équipe de Cardiff para incorporar al mejor club de rugby del mundo al club de la modernidad de París: la Torre Eiffel, la Grande Roue, los aviones Voisin y Astra, el rugby de alto nivel y, obviamente, la pintura de vanguardia de Delaunay.
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