Entre los artistas que se han ocupado de football (fútbol o rugby), Ángel Zárraga es el más importante desde el punto de vista cuantitativo. A lo largo de su carrera pintó numerosos cuadros sobre estos dos deportes que oscilan entre varios géneros: el retrato, la escena de acción e incluso la naturaleza muerta. Zárraga fue un innovador en el campo del arte sobre football: de hecho, fue el primero en representar jugadores de color y jugadoras. Sobre sus retratos de jugadoras se tratará en un post futuro; en éste nos ocuparemos de su pintura sobre el football en general.
La pintura de Zárraga y el “regreso al orden”
Ángel Zárraga nació en México (Durango, 16 de agosto de 1886 – Cuernavaca, 22 de septiembre de 1946), pero vivió en Europa durante gran parte de su vida, desde el año 1904 hasta el 1941. Su ciudad de adopción fue París, pero antes de establecerse en la capital francesa vivió en Bélgica y en España y viajó a Italia. Zárraga fue un pintor profundamente religioso como demuestra la dedicatoria en una de sus primeras obras (abajo y a derecha), Ex voto (San Sebastián).

Ángel Zárraga, Ex voto (San Sebastián), 1912. Ciudad de México, Museo Nacional de Arte. En la dedicatoria está escrito: “SEÑOR, no se celebrarte como el poeta en versos complicados; pero acepta SEÑOR esta obra áspera y humilde que he hecho con mis manos mortales. Ángel ZÁRRAGA”
En París Zárraga no permaneció indiferente a los movimientos de vanguardia: entre los años 1916 y 18 pintó cuadros cubistas para Léonce Rosenberg, el mercader de arte para el cual también trabajó durante algún tiempo André Lhote. Sin embargo, su fase cubista fue bastante breve dado que, a partir de aproximadamente 1919, volvió a la pintura realista. Zárraga no fue el único en abandonar la investigación vanguardista en aquellos años. Cuando en 1918 terminó la Primera Guerra Mundial – que durante cuatro años y medio había devastado Europa – emergió por todas partes un fuerte deseo de reconstrucción no solo material, sino también moral. Entre los artistas, muchos sintieron la necesidad de dejar atrás las “destrucciones formales” de las vanguardias (expresionismo, cubismo, futurismo, dadaísmo, etc.) para volver a la estabilidad y al equilibrio de la tradición, clásica, renacentista o académica. Esta corriente del arte europeo de posguerra se llama “regreso al orden”. En esta corriente hubo quienes rechazaron completamente las vanguardias y quienes en cambio recuperaron algunos de sus contenidos. Zárraga perteneció al segundo grupo: de hecho, si por un lado sus pinturas posteriores al año 1919 volvían al realismo, por otro retomaban temas típicos del futurismo y cubismo como la vida en la ciudad moderna y, sobre todo, el deporte (véase, por ejemplo, los cuadros de Boccioni, Gleizes, Delaunay y Lhote). Es verdad que Zárraga no realizó solo pinturas de temática deportiva – sus cuadros religiosos fueron muy populares en Francia durante los años Veinte – pero no cabe duda de que el fútbol y el rugby estaban entre sus principales intereses en los años posteriores a la Gran Guerra.
Importancia del deporte en Francia
Durante la Primera Guerra Mundial, también los jefes militares franceses – como aquellos británicos – favorecieron la práctica del football (fútbol y rugby) ya que reforzaba a los soldados y levantaba su moral. En los años sucesivos al conflicto, múltiples estudiosos individuaron en el deporte uno de los instrumentos con más utilidad para convertir más fuertes y sanos a los ciudadanos, en otras palabras, para mejorar la raza francesa. Por lo tanto, no parece una coincidencia que, justo en los años veinte, el rugby y el fútbol en especial se hayan extendido en Francia y que también hayan llegado a la clase obrera; al igual que no es casualidad el interés por el deporte femenino. En este entorno tan bien dispuesto hacia la cultura física, Zárraga comenzó a pintar sus cuadros de fútbol y rugby.
Los cuadros sobre football
Los primeros cuadros sobre football de Zárraga fueron realizados a inicios de los años Veinte. Sabemos que el pintor asistía regularmente a los partidos de rugby y de fútbol que se jugaban en París. Cabe señalar que su pasión por el deporte se unió a la fe católica: al igual que los artistas del Renacimiento italiano, Zárraga creía que el cuerpo humano era la máxima expresión de la divinidad porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Asimismo, en la Biblia San Pablo define el cuerpo como “el templo del Espíritu Santo” y dice a los cristianos: “glorificad por lo tanto a Dios en vuestro cuerpo” (Primera Carta a los Corintios, 6:19,20). Por lo tanto, para el religiosísimo Zárraga el football era un medio no solo para fortificar el cuerpo, sino también para glorificar a Dios: esta idea es fundamental en sus cuadros de temática deportiva, aunque sólo unos pocos tienen un mensaje religioso explícito.
Nos llevaría mucho tiempo hablar de todos los cuadros sobre football de Zárraga: veamos algunos de los más importantes.

Ángel Zárraga, Futbolistas en el llano. 1924-1928. Óleo sobre lienzo, 175,3 x 121,9 cm. Colección particular
Futbolistas en el llano representa a un portero que salta para golpear de puños el balón, mientras un adversario lo obstaculiza y un compañero cae a tierra. Al fondo se ve el terreno de juego con otro jugador, un fragmento de cartel publicitario y, a lo lejos, las chimeneas de una fábrica. En el cuadro están presentes muchos de los elementos que hemos vistos en las obras de Gleizes, Delaunay y Lhote (deporte, carteles publicitarios, industria, etc.), pero hay muy poca descomposición formal cubista. Solo los dos jugadores que saltan en el centro se funden con el paisaje que los rodea (como en los cuadros cubistas), pero lo hacen solo en parte; de hecho, sus cuerpos son volúmenes bien moldeados que no comunican una sensación dinámica, pero sí la idea de solidez. Las trazas de cubismo están totalmente ausentes en Partie de football de 1925, donde se ve a un jugador de rugby que placa a un adversario.

Ángel Zárraga, Partie de football (Jugada de football), 1925. Óleo sobre lienzo, 100 x 80 cm. Ciudad de México, Colección Museo Soumaya Fundación Carlos Slim
La composición basada sobre las diagonales genera un dinamismo moderado, mientras que los cuerpos de los atletas son volúmenes perfectamente definidos por el claroscuro. Tal y como se puede ver, uno de los dos jugadores de rugby es negro. Hay que recordar que el primer atleta de color que participó en unos Juegos Olímpicos fue precisamente un jugador de rugby, Constantin Henriquez de Zubiera, que jugó en la selección francesa que ganó el torneo de rugby en los Juegos Olímpicos de París de 1900.
Cuando Zárraga pintó Partie de football en el año 1925, el fútbol y el rugby se habían convertido en deportes muy populares en Francia, practicados por un número creciente de jóvenes de color.
El “regreso al orden” también se caracterizaba por la recuperación de los géneros pictóricos tradicionales como el retrato. En el arte francés el retrato de un jugador famoso no era una novedad: ya en el año 1912 Eugène Pascau había pintado al jugador de rugby Fernand Forgues, capitán del Aviron Bayonnais.
Sin embargo, Zárraga se distingue porque retrató sobre todo a atletas desconocidos. Para el pintor mexicano el deporte estaba destinado a todos, exactamente como el mensaje cristiano; por este motivo retrató democráticamente a adultos y niños, blancos y negros, hombres y mujeres: todos/as con un balón en la mano o en los pies.

Ángel Zárraga, Retrato de un jugador de rugby, 1925 circa. Oleo sobre lienzo, 91.5 x 64.7 cm. Colección particular
En general sus retratos son de medio cuerpo, pero algunos son de cuerpo entero como Joven futbolista, donde es evidente la referencia que hace a la ciudad y a la industria como en Futbolistas en el llano, ya citado.
Cabe señalar que Zárraga también retrató con un balón en la mano al actor mexicano Ramón Novarro, que en los años Veinte era una estrella de Hollywood.
Otro género tradicional que Zárraga interpretó en sentido deportivo fue la naturaleza muerta. En Dimanche (Domingo) del año 1931 representó una mesa donde se apoyan un par de botas de football y una maleta, que contiene un balón de fútbol, una camiseta a rayas rojiblancas y un ejemplar de L’Echo des Sports, uno de los principales periódicos deportivos franceses de la época.
Dimanche es la primera naturaleza muerta sobre el fútbol de la historia.
La relación entre football y religión es particularmente evidente en Tres futbolistas.
Representa a tres jugadores en pie como estatuas; dos de ellos se abrazan y sostienen el balón, que está perfectamente centrado, mientras que el tercero sujeta un palo. Su indumentaria es completamente blanca y tiene, a la altura del corazón, una cruz y las letras IHSV en rojo. Las iniciales IHSV significan In hoc signo vinces (Con este signo vencerás) y hace referencia a un episodio de la vida del emperador Constantito: el 27 de octubre del año 312, mientras estaba guiando su ejército hacia Roma para enfrentarse con las tropas de Massenzio, se les apareció en el cielo una cruz de luces con la inscripción “con este signo vencerás”.

Giulio Romano (según cartón de Rafael), Visión de la Cruz, 1520-1524. Ciudad del Vaticano, Musei Vaticani
Después de tal visión, Constantino mandó poner un signo cristiano en los escudos de sus soldados que, al día siguiente, derrotaron al ejército de Massenzio en la batalla de Ponte Milvio, cerca de Roma. Además, cabe añadir que los colores de la equipación de los jugadores tienen un significado simbólico: el blanco representa la fe, mientras que el rojo es el color del amor divino.
Las referencias a la religión son más discretas en la obra Partie de football del año 1924.

Ángel Zárraga, Partie de football (Jugada de football), 1924 circa. Óleo sobre lienzo, 89.5 x 59,5 cm. Colección particular
Representa a nueve jugadores de rugby; sus cuerpos están dispuestos sobre el lienzo formando una diagonal que sube de la esquina inferior derecha hacia la zona superior izquierda. La atención del espectador está centrada sobre el jugador que se lanza hacia el cielo con los brazos levantados. Intuimos que salta para aferrar el balón, pero el lugar de la pelota está tomado por un haz de luz que desciende de las alturas. Parece una luz divina, como si Dios estuviese enviando una señal de aprobación a los jugadores de rugby. Partie de football es quizás el cuadro donde es más evidente la relación entre deporte y religión típica de Zárraga: mediante el football los atletas perfeccionan no solo su cuerpo, sino también su propio espíritu, acercándose así a Dios.
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