
Umberto Boccioni, Dinamismo di un footballer (Dinamismo de un futbolista), 1913. Óleo sobre lienzo, 195 x 200 cm. Nueva York, Museum of Modern Art
Futurismo
Dinamismo di un footballer (Dinamismo de un futbolista) de Umberto Boccioni (Regio de Calabria, 19 de octubre de 1882 – Verona, 17 de agosto de 1916) es el cuadro de fútbol más famoso. No es la obra de arte más antigua dedicada a este deporte, pero sí la primera de un artista de “vanguardia”. Este término se utiliza en el lenguaje artístico y literario para definir un movimiento o un grupo que se presenta como radicalmente innovador con respecto a las tradiciones. Tal definición se adapta perfectamente al futurismo, el movimiento fundado en Milán en el año 1909 por el poeta Filippo Tommaso Marinetti.

Los futuristas en París en el año 1912 (de izquierda a derecha: Luigi Russolo, Carlo Carrà, F.T. Marinetti, Umberto Boccioni e Gino Severini)
Boccioni fue uno de los principales exponentes del futurismo. A diferencia de las vanguardias precedentes (el expresionismo y el cubismo), los futuristas fueron muy hábiles presentándose al público: expusieron sus propias intenciones de forma agresiva y provocadora a través de manifiestos (que Marinetti daba a conocer en París, el principal centro cultural del mundo en aquella época); organizaron exposiciones (en Italia y en el extranjero) y encuentros con el público (las “noches futuristas”).
Los futuristas se oponían drásticamente al llamado “pasadismo”, es decir la cultura tradicional.
Nosotros queremos destruir el culto del pasado, la obsesión de lo antiguo, la pedantería y el formalismo académico (Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo, Giacomo Balla, Gino Severini, Manifiesto de los pintores futuristas, 1910).
Tal y como declaró Marinetti en su “Fundación y manifiesto del futurismo” de 1909, el mensaje futurista estaba dirigido “a todos los hombres vivos de la tierra”, es decir a aquellos que eran conscientes de que la civilización moderna industrial era una época de la historia de la humanidad totalmente diversa de las precedentes. Las máquinas habían multiplicado la fuerza del hombre, las fábricas y la expansión inmobiliaria habían transformado las periferias de las ciudades. En los núcleos urbanos, la difusión de la electricidad había aumentado las ocasiones de “vida nocturna” en bares, salas de baile o en los cines (que eran una novedad). Los tranvías, el metro, los trenes y los automóviles habían acelerado los contactos, así como los primeros aviones anunciaban que pronto el hombre dominaría también el cielo.

Izquierda: Carlo Carrà, Stazione di Milano (Estación de Milán), 1910-11. Colección particular. Foto: Wikiart. Derecha: Gino Severini, Metro nord-sud, 1913. Turín, Galleria d’Arte Moderna. Foto: GAM
Además, la ciencia había hecho grandes descubrimientos e invenciones como, por ejemplo, los rayos X (Wilhelm Röntgen), la teoría de la relatividad (Albert Einstein), la radio (Guglielmo Marconi), etc. El arte moderno no podía ignorar todas estas cosas.
Sólo es vital el arte que encuentra sus propios elementos en el ambiente que lo circunda (…) Nosotros queremos representar y magnificar la vida actual, incesante y tumultuosamente transformada por la ciencia victoriosa (Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo, Giacomo Balla, Gino Severini, Manifiesto de los pintores futuristas, 1910).
En el nuevo mundo industrializado, donde “todo cambia, todo corre, todo se transforma vertiginosamente”, dominaban los mitos de la velocidad y de la “máquina”, que los futuristas proponían como nuevo modelo estético.
Nosotros afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia (Filippo Tommaso Marinetti, Fondazione e manifesto del futurismo, 1909).

Arriba a la izquierda: Benz 200PS “Blitzenbenz”, 1909 (en 1910 consiguió el record mundial de velocidad alcanzando los 211.97 Km/h). Abajo a la izquierda: Fiat S76 Record “La Bestia de Turín”, 1911 (en 1912 conquistó el record mundial de velocidad alcanzando los 290 Km/h). Derecha: Victoria de Samotracia (Nike de Samotracia), 200-180 a.C. París, Louvre
La tarea del nuevo arte era representar la “sensación dinámica” generada por la velocidad. “Sensaciones dinámicas” especialmente fuertes se podían experimentar en el deporte, que pronto captó la atención de los futuristas.
Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo (Filippo Tommaso Marinetti, Fundación y manifiesto del futurismo, 1909).
Las pistas, las competiciones atléticas, las carreras nos exaltan! La meta es para nosotros el maravilloso símbolo de la modernidad (Umberto Boccioni, Pittura scultura futuriste. Dinamismo plastico, 1914)
Mientras los pintores futuristas Russolo y Balla se interesaron por las carreras automovilísticas, Boccioni se dedicó a los dos deportes más amados por los italianos de la época: el ciclismo y el Association football.

Giacomo Balla, Dinamismo + dispersione. Automobile in corsa (Dinamismo + dispersión. Coche en carrera), 1913-14. Colección particular. Foto: El País
El Association football en Italia
A diferencia de lo ocurrido en el Reino Unido y en Francia, en Italia la palabra “football” se refería a un solo deporte, el Association football, porque antes de la Primera Guerra Mundial casi nadie conocía el rugby. Los primeros equipos surgieron en Turín, donde nació el Football & Cricket Club Torino en el año 1887 y los Nobili Torino en 1889. En 1891 estas dos sociedades se fusionaron en el Internazionale Torino que, en 1900, se unió al Football Club Torinese, nacido en 1894. Siempre en Turín fue fundada, en 1898, la Federazione Italiana del Football (FIF), que en aquel mismo año organizó el primer campeonato. Lo venció el Genoa, que dominó el torneo hasta el año 1904.
En 1913, el Milán de Boccioni tenía cuatro equipos en la máxima serie: el Milan (campeón en los años 1901, 1906 y 1907), el Internazionale (vencedor en 1910) y los pronto desaparecidos Racing Libertas y US Milanese. En las primeras ediciones del campeonato participaron solo clubes de la Italia septentrional, pero desde el 1913, año de Dinamismo di un Footballer, la Federación admitió también a aquéllos del centro-sur, transformando el torneo en un fenómeno nacional. Como en el Reino Unido y en Francia, también en la “Bota” el fútbol de los orígenes era amateur y, por lo tanto, era practicado sobre todo por aristócratas o exponentes de la burguesía medio/alta. Eran numerosos los jugadores extranjeros, sobre todo británicos y suizos. Sin embargo, ya desde 1905 había aparecido la figura del “profesional disfrazado de aficionado”, es decir del campeón pagado a escondidas por los presidentes de los clubes. No obstante, este truco no era suficiente para ganar el campeonato, que desde 1908 hasta 1913 fue dominado por el Pro Vercelli. A diferencia de los otros equipos de la época, el Pro Vercelli alineaba solo jugadores italianos no profesionales: por eso muchos lo consideraban el símbolo del fútbol italiano.
Volviendo a Dinamismo di un footballer, puede sorprender que Boccinoni no lo hubiese titulado Dinamismo di un calciatore. Esto parece todavía más extraño si se recuerda que, en el año 1908, la FIF inició una campaña de italianización del Association football y de su lenguaje, lleno de términos ingleses: en 1909, la FIF había cambiado incluso su nombre en Federazione Italiana Giuoco Calcio (FIGC). En el fondo de esta operación estaba la convicción que el fútbol derivara de un antiguo juego italiano: el “calcio fiorentino”.

Giovanni Stradano, Gioco del calcio in piazza Santa Maria Novella (Juego del calcio en plaza Santa Maria Novella), 1561-62. Florencia, Palazzo Vecchio (Sala de Gualdrada)
Sin embargo, la mayoría de la gente continuaba a utilizar términos ingleses y a llamar a los jugadores footballers y no calciatori (futbolistas): Boccioni lo sabía. La italianización del lenguaje del Association football llegó más tarde, en el período comprendido entre las dos guerras mundiales.
Una explosión de energía
Dinamismo di un footballer – como el contemporáneo Dinamismo di un ciclista – es un ejemplo del “dinamismo plástico”, que se puede considerar el “estilo del movimiento” de Boccioni.

Umberto Boccioni, Dinamismo di un ciclista (Dinamismo de un ciclista), 1913. Venecia, Peggy Guggenheim Collection
El adjetivo “plástico” evidencia la voluntad de modelar todo el movimiento, también aquél que no se percibe, pero que una sensibilidad moderna puede intuir. Para comprender esto, es necesario abrir un pequeño paréntesis científico.
En la época de Boccioni, ya estaba claro que el vacío no existe en la naturaleza porque todo está compuesto de átomos; por consiguiente, cada cosa es materia, también el aire. En 1905 Albert Einstein, con la célebre fórmula E=mc2, había demostrado que toda la materia es energía: de hecho, la ecuación nos dice que un cuerpo contiene una energía (E) igual a su masa (m) multiplicada por la velocidad de la luz (c=299792458 metros/segundo) multiplicada por sí misma (c2).
Básicamente, un simple objeto es, en realidad, el concentrado de una enorme “energía potencial”. Los futuristas no eran científicos, pero leían los periódicos y fueron influenciados por este descubrimiento.
Si toda la realidad es energía, solidificada o no, que está “en la continuidad del espacio”, de ello resulta que el dinamismo de un cuerpo (es decir, su energía cinética) modifica el ambiente en el cual está. Por lo tanto, Boccioni distinguió el movimiento en “moto relativo” (movimiento relativo) y en “moto assoluto” (movimiento absoluto): en Dinamismo di un footballer el primero es la carrera del futbolista, mientras que el segundo es la energía potencial del medio ambiente (el aire, el suelo, la luz, etc.). Estos dos movimientos son partes de la misma energía “en la continuidad del espacio” y, por lo tanto, se influencian el uno al otro.
¿Cómo se podía representar todo esto en arte? En primer lugar, era necesario evitar a toda costa la imitación de la realidad porque congelaba los movimientos y los convertía en estáticos. Para alcanzar su objetivo, Boccioni utilizó la descomposición de formas “cubista”, elaborada en 1907 por Braque y Picasso, que conoció personalmente en París en 1912.

Izquierda: Pablo Picasso, Portrait de Ambroise Vollard (Retrato de Ambroise Vollard), 1910. Moscú. Pushkin Museum of Fine Art. Foto: Harte con Hache. Derecha: Georges Braque, Broc et violon (Jarra y violín), 1910, Basilea, Kunstmuseum. Foto: Todo Vanguardias
Boccioni pintó Diniamismo di un footballer como un conjunto de líneas y figuras geométricas de aspecto y dimensiones diversos. Sin embargo, el cuadro se diferencia de los cubistas por la abundancia de ángulos agudos y por los colores vivaces, instrumentos que avivan la superficie de la tela. Además, Boccioni no representaba un sujeto estático como un retrato, un paisaje, o una naturaleza muerta, sino uno en movimiento: de hecho, no quería ofrecer al espectador un análisis racional de la realidad, sino una “sensación dinámica”, es decir algo que tiene que ver con el ámbito emotivo. Como los cuadros cubistas, Dinamismo di un footballer no es una obra abstracta. Si se observa con atención, se reconoce claramente el cuerpo del futbolista: en el centro está su muslo derecho, abajo a la izquierda el resto de la pierna; la pierna derecha ocupa la mitad inferior opuesta de la pintura; el brazo derecho forma un arco que se extiende por todo el área superior izquierda, mientras el izquierdo está escondido por el cuerpo.

Umberto Boccioni, Dinamismo di un footballer (Dinamismo de un futbolista), 1913. Nueva York, Museum of Modern Art
Como se puede ver, el footballer no tiene la cabeza. ¿Por qué? Boccioni se dió cuenta que la cara habría identificado demasiado al atleta y no quería esto: su objetivo era pintar una “sensación dinámica” universal, que todos pudiesen revivir en cualquier momento. Por este motivo, “cortó la cabeza” a su footballer siguiendo el ejemplo de Rodin que, en L’homme qui marche de 1907, representó un cuerpo sin cabeza y sin brazos para concentrar la atención del espectador en el movimiento.
A diferencia de Rodin, Boccioni no utilizó un lenguaje realístico, sino uno basado en figuras geométricas. Éstas abundan en el centro, donde está el footballer; aquí se encuentran en ángulos agudos que generan una sensación dinámica. Como se puede observar, el movimiento del futbolista está sugerido de “formas únicas”, no de “formas multiplicadas” como en las cronofotografías de Marey o en Bambina che corre sul balcone de Balla.

Giacomo Balla, Bambina che corre sul balcone (Niña que corre en el balcón), 1912. Milán, Museo del Novecento. Foto: Utopia/Dystopia
Donde está el footballer, las figuras geométricas tienen un volumen bien definido y predomina el rojo, el color que los futuristas asociaban con “todo el mundo mecánico y deportivo”: con estos instrumentos Boccioni subrayó que el cuerpo del futbolista es materia más densa y dinámica que aquélla que está en el medio ambiente. De hecho, en el resto del cuadro se ven superficies amplias y planas y colores más tranquilos. Las figuras geométricas que están aquí, representan una materia más estática como el terreno de juego (verde), más enrarecida como el aire (azul), o energías como el calor y la luz (amarillo y blanco): todas estas cosas son modificadas por la carrera del footballer. Por este motivo Boccioni pinta las figuras geométricas perimetrales como si fuesen irradiadas por aquéllas centrales: así el gesto deportivo del footballer parece una explosión de energía que arrolla al medio ambiente que lo rodea.
El espectador en el centro de la obra de arte
Nosotros colocaremos al espectador en el centro del cuadro (Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo, Giacomo Balla, Gino Severini, La pintura futurista. Manifiesto técnico, 1910).
Los pintores futuristas querían involucrar al espectador haciéndole experimentar una “sensación dinámica” mediante las formas y los colores de sus cuadros. Boccioni puso de veras al espectador en una obra de arte en Forme uniche della continuitá nello spazio (Formas únicas de la continuidad en el espacio) de 1913.

Umberto Boccioni, Forme uniche della continuità nello spazio (Formas únicas de la continuidad en el espacio), 1936. Nueva York, Museum of Modern Art (copia en bronce del original de 1913, realizado en yeso y conservado en el Museu de Arte de San Paolo en Brasil)
La escultura, una de las más importantes del siglo XX, representa un hombre que camina sin brazos como L’homme qui marche de Rodin. Su cuerpo está moldeado en una manera similar al futbolista de Dinamismo di un footballer, pero el espacio que interactúa con su dinamismo es aquél real y infinito donde está también el espectador.
Da dove le ha ricavate queste informazioni? Se questi riferimenti sono presi dai libri me ne può elencare qualcuno? Grazie in anticipo
Se cerca un libro in cui ritrovare gli esatti contenuti del post, devo deluderLa perché si tratta di farina del mio sacco.
Ovviamente, mi sono basato sull’ampia bibliografia sul futurismo e su Boccioni. Sarebbe lungo elencare tutti i libri e gli articoli che ho letto, ma Le posso suggerire alcuni testi in cui può trovare abbondante bibliografia nel caso in cui volesse approfondire.
Sul futurismo in generale partirei dai cataloghi delle due grandi mostre che si sono tenute in occasione del centenario del 2009:
1) “Le futurisme à Paris. Une avant-garde explosive”, a cura di Didier Ottinger, Centre Pompidou, Parigi 2008;
2) “Futurismo 1909-2009. Velocità + arte + azione”, a cura di Ada Masoero e Giovanni Lista, Skira, Milano 2009 (tra l’altro sono l’autore delle schede delle opere di Boccioni).
Per quel che riguarda Boccioni, suggerisco la mostra “Boccioni. Pittore scultore futurista”, a cura di Laura Mattioli Rossi, Skira, Milano 2006.
Se proprio ama Boccioni, raccomando anche la lettura del libro, scritto da lui stesso, “Pittura e scultura futuriste (dinamismo plastico)”, ristampato in anni recenti dall’editore SE.
Spero di esserLe stato utile.
Si grazie mille!! 🙂